Ojala que lo haga bien.

¿Te acuerdas cuando teníamos 15 o 14, no me acuerdo, y fuimos a esa fiesta en donde un pata te metió un cabe, te caíste y se cagaron de risa de ti?, tú te levantaste furioso y le metiste un sopapo con toda la rabia de la humillación y el orgullo herido? Yo no sé porque me acabo de acordar en este momento, solo me acorde. Me acuerdo también una vez que con globos mojamos a toda la cuadra desde el techo de nuestro pata, y la gente nos miraba con odio y luego no sabíamos si bajar porque estaríamos expuesto a venganzas tardías, pero venganzas al fin y al cabo.
Me acuerdo una vez haberte cargado ebrio por la calle de tu casa y al tocar la puerta y salir corriendo para que tu papa no nos agarre salió tu abuelo (que ya se las olía) y nos metió a los dos a la casa y nos dio no se qué menjunje norteño y nos paro la huasca. Luego nos puteo y me dio un pedazo de sala para dormir y no llegar en ese estado a mi casa y tener que soportar un castigo supremo.
Me acuerdo cuando íbamos a la playa en bicicleta y gritabas “vamos hasta el morro carajo” y la gente se reía y luego nos poníamos pensativos mirando el mar, para terminar diciendo ”todas estas son huevadas” y reírnos fuerte y respirar aire puro y brisa y mar y gaviotas y libertad controlada hasta las 10 PM. O de cuando nos emboscaron unas colegialas de sabe dios donde para tirarnos huevos y ahí comprendimos que lo tuyo no era el atletismo, ni el escapismo y con tu cabeza llena de risa y vergüenza fuimos a lavarte y luego a pedirle la pistola (que digo pistola, bazooka, de agua a el flaco y regresamos para vengarnos y cuando volvimos ya no había nadie y nos veíamos tan mongos queriendo jugar carnavales en Agosto con gente desconocida.
Y también me acordare tu cara cuando me dijiste: compadre, tanto tiempo te has perdido y me diste la bienvenida a la ciudad, y cuando me acompañaste en tantos tramites y cuando me guiaste para que no quede mal frente a tanta ley junta y ya no eras un niño, sino que eras un abogado y tenias tus clientes y tu fama y aun así seguías siendo ese pata que jugaba pelota los fines de semana y con el que jugábamos super nintendo y tenias ese juego raro de Starfox
Pero bueno, eso no viene al caso, la cosa es que a la lista de recuerdo se suma tu cara entre alegre y extrañado, confuso, feliz, extraviado al fin y al cabo, cuando la enfermera llego y te dijo, esta es su hijita y yo estaba ahí y te decía: algo bueno hiciste y nos abrazamos y aunque no lloraste, me dijiste, medio acongojado, pucha, compadre, estoy feliz, ojala lo haga bien.
Y yo que no atine a decir nada, te escribo esto. Felicidades compadre