martes, marzo 23, 2010

Huaca

Guau, guau, guau. Guau guau guau. Guau. grrrr. Guau guau. Grrrr, guau guau guau.

Hace unos días murió Huaca. Su dueña era una persona que no le daba de comer (literalmente) y por eso presentaba un cuadro de desnutrición extrema (se le veían los huesos del cuerpo). Cuando ya llevaron al veterinario le dieron pronóstico reservado. La persona que la ayudo se llama Claudia Gálvez, una persona excepcional que vive por los perros peruanos sin pelo, y los ayuda porque si, porque allí donde los perros necesitan amor, cariño, cuidados, afecto, allí está Claudia.
No pude ver jamás a Huaca ni ayudarla, me enteré tarde del caso. Pero prometo ahora ayudar (y no solo prometo, ya ayude) Y la gente también puede ayudar, no solo mandando mensajes de mierda por facebook, diciendo “ayyy que penita” o “pobreciiita” sino escribiéndole a Claudia y diciéndole, ¿en qué te puedo ayudar? Su email es perrosperuanos@hotmail.com . Ella no me ha pedido que haga nada, pero yo lo hago porque si. Porque yo también, después, quiero encontrarme a Huaca cara a cara, y decirnos con mucho cariño: guau

domingo, marzo 14, 2010

Color me sad

O era una chica triste. Todas las personas que la conocían no podían entender esa extraña sensación que en ellos dejaba: tristeza, melancolía, depresión. Y aunque no era intención de O entristecer a nadie, era innegable que su presencia coloreaba de gris el día de cualquiera. A veces la veía sentada en las bancas de la universidades mirando a la nada, mientras la gente pasaba, charlaba, se reía, O solo estaba sentada allí, con las manos sobre el regazo, divagando. Claro que yo no me había percatado de eso jamás, bueno no me percate hasta el día que la invite a salir (O era una chica triste pero no fea) y ella dijo que ya, creo que por inercia, o para sentirse triste en otro lugar. Fuimos al cine y O no dijo nada durante la película, tampoco dijo nada cuando fuimos a comer, y menos dijo nada cuando la bese, yo supuse que era tímida y no note nada extraño. Así empecé a salir con O, la cual, aunque muchos decían que no, si tenía una sonrisa, pequeña, pero sonrisa al fin. Poco a poco y mientas no conocíamos mas empecé a entender a O, ella simplemente era una persona gris. Al principio creí que las privaciones que tuvo en su niñez (sus padres eran pobres, demasiado pobres) la acostumbraron lentamente a resignarse a su destino, a lo que venga, que siempre es malo. Así que O jamás había tenido muy bonitas navidades y menos bonitos cumpleaños, tampoco tenía una buena relación con su familia ni amigos cercanos. Sin embargo fue una cosa la que me hizo dar cuenta de que era exactamente lo que a ella la entristecía. Estando una vez en el hotel al que íbamos, O entro al baño. Me preocupe cuando una hora después aún no salía, así que decidí ver que pasaba. La puerta estaba abierta, así que entré, y vi algo que jamás me ha dejado e dar vueltas en la cabeza: O estaba desnuda en medio del baño, el cual había pintado completamente haciéndolo parecer un bosque rojo (había pintado todo con el colorete de su cartera). Cuando me vio entrar esbozó la sonrisa mas grande que nunca jama le vi a una persona y casi me grito: ¿No es hermoso? Yo, que jamás la había visto así, le dije: es realmente lindo. O vino corriendo hacia mí, me beso como jamás me había besado antes y se aferró a mí como desquiciada, mientras reía, saltaba, me acariciaba. Al día siguiente le compre una caja de colores y un sketch book, ella no paro de reír en todo el día mientras lo coloreaba. Al día siguiente tuve que comprar otro y luego otro y luego le di hojas recicladas, porque yo plata no tenia. O pinto cada una de las hojas y por fin, luego de mucho tiempo, me conto la verdad de su vida, me conto que ella jamás había querido estudiar en la universidad, que ella quería pintar, simple como eso, que eso la hacía feliz y que sus papas, temiendo que una hija suya herede su pobreza, prácticamente la habían obligado a estudiar números, eso la había sumido en la tristeza más espesa y desde ese momento, se sentía vacía, miserable, infeliz. Todo eso me lo dijo mientras pintaba en mi brazo un erizo, y luego quiso pintar mi polo (se habían acabado las malditas hojas recicladas y estaba descontrolada pintando todo a su paso)
Creo que a partir de ese día O fue feliz, pero algo paso. Dado que ahora siempre pintaba (porque yo siempre le compraba colores) tenía malas notas pésimas. Sus papas descubrieron eso y la obligaron a estudiar y a dejarme (ellos creían que todo era mi culpa) Así que los siguientes años la vi pocas veces, siempre en la universidad y siempre triste, aunque de vez en cuando cuando coincidíamos, me lanzaba una mirada cómplice como dos presos que saben que van a fugarse. Al terminar la universidad O no pudo escapar al destino que le habían trazado sus papa, en busca de olvidar la pobreza, así que O tuvo que conseguir trabajo, cosa que creo la puso peor y finalmente viajo a una provincia olvidada, lejana, en donde, según me dijeron después, trabajaba como ingeniero en una mina remota. No supe de ella en mucho tiempo y me consolaba en la idea de que no era infeliz, porque todo el interior del país es muy colorido.
La vez pasada entre a una tienda CRAYOLA, de esas que han puesto en Lima. Entre por curiosidad y ahí la encontré, vestida con traje sastre y muy arreglada, con un blackberry y una cartera muy fina. Estaba sentada en la mesa de los niños que la miraban un poco perturbados al no entender como esa señora podía llorar mientras pintaba todas esas hojas, riéndose

jueves, marzo 11, 2010

La buena educacion

Ningún fin de semana cuadraba, yo quería estudiar, pero todos los fines de semana alguien me invitaba a hacer algo. Ese era el problema, tenía demasiados amigos y N siempre tenía muchas fiestas. Juro que quite muchas cosas de mi agenda y cada semana me repetía, como letanía de vieja en iglesia, “Este fin de semana estudiare de viernes a domingo”. Pero cada semana ocurría lo inevitable, siempre se acercaba N y me empezaba acosar con sus preguntas de mis actividades en fin de semana. Bastaba con que yo dudara un poquito para que ella empezara a fregar y fregar para que vaya a la fiesta de fulano, a la reunión de mengano o al cumpleaños en la discoteca tal. Demás está decir que yo era débil y siempre accedía y, para que les voy a mentir, la pasaba muy bien bailando toda la noche y embriagándome en mi sana juventud. El problema era que luego de las juergas venían mis traumas durante la semana: que no termine el trabajo de Física, que no sabía qué hacer parta el escalonado de Geometría Descriptiva, que el trabajo grupal de Estática estaba incompleto (también que quieren, yo vivía en Magdalena, N vivía en Surco, casi por la Richi, y el otro pata del grupo vivía en Carabayllo, la única alternativa de punto de encuentro me hubiera parecido la Plaza de Armas). A pesar de todo eso a N parecía irle bien y parecía siempre tan relajada que cualquiera hubiera creído que era la chica mas estudiosa y correcta y no la pequeña lacra que todos sabíamos que era. Chiquita como ella sola, sabia casi la misma cantidad de lisuras, sino era más, que yo sabia y las usaba con la misma maestría que cualquier pandillero-barrista-mataperros de por ahí. Siempre me pregunte como es que siendo así, como era posible que no jalara nunca y que, a pesar de nunca estar en su casa en fines de semana, presentara todos los trabajos a tiempo. Eso me intriga hasta el día de hoy, pero por cierto, jamás le pregunté, supongo que no era importante.
Lo que si era importante y trágico eran mis notas, pasaba todo sacrificándome duramente mientras ese pedacito de persona parecía que se le hacía todo fácil. Por eso había decidido, aunque sea un fin de semana, dedicarme a estudiar, hacer mis trabajos, y por fin, encerrado en mi casa, equilibrar mis tiempos y dormir bien, cosa que no hacia hace meses. Solo necesitaba eso, un fin de semana. Claro que N jamás me lo concedió, porque ni bien eran las 6 PM del viernes ella me buscaba, a la mancha y a mí, y nos hacía la misma cachosa pregunta con la que nos desafiaba semanalmente: y ¿este fin donde la hacemos? ¿No van a arrugar no? 5 chicos acosados por esa pregunta son presa fácil del orgullo. Así caíamos todos facilito y nos quedábamos viernes, luego sábado y a veces hasta domingo celebrando no se bien que. Y por eso no terminaba mis trabajos, no dormía, y cada semana, nuevamente, se hacía interminable.
Pero ese fin de semana lo planee bien, apague mi celular y antes de las 6 me escabullí de clases, para ir derechito a mi casa y por fin, poner equilibrio a mi vida académica. Mis papas habían salido a un matrimonio afuera de Lima, y estarían de regreso el domingo en la mañana, con lo que podría amanecerme todo lo que quisiera en la casa. La noche del viernes, aunque suene raro, empezó perfectamente bien, termine el maldito trabajo de geometría descriptiva y empecé a redactar el informe grupal de estática. Las diez de la noche y todo bello, pensaba amanecerme ese día, trabajar el sábado y dormir todo el domingo. El equilibrio perfecto, el zen. Que rico carajo.
A la medianoche alguien toco mi puerta, me sobresalté y fui a ver quién era. Allí, parada estaba N, tocando cada vez mas fuerte el timbre mientras gritaba, “¡Abre cabro arrugador!” mientras le daba ligeras patadas a la puerta. Corrí a abrirle más por el miedo de que los vecinos luego les contaran a mis papas acerca de mis “malas juntas”. N entró y pude sentir, clarito, su olor a trago corto, ron con coca cola para ser exactos. Me empujó mientras me decía “ta que cabro que eres, como arrugas” a lo que respondí “oe chata ya no jodas y vete a tu casa , tengo que terminar toda la chamba de la semana”. Ella se carcajeo un rato mientras me decía “ta que nerd que eres” un poco bamboleándose. Le iba a decir que se vaya cuando de pronto, corrió hacia el segundo piso gritando “ahora por cabro voy a echar todo el trago en tu cama para que tus viejos te metan golpe por borracho” Asustado por la idea corrí hacia el segundo piso forcejee un poco la puerta para entrar (la había querido trancar la enana cabrona) y grande fue mi sorpresa al encontrar a N, desnuda de la cintura para arriba, tratando de quitarse la falda mientras que con una sonrisa sensual y borracha me decía “¿no vas a arrugar, no?
Así que me acerque a la cama, excitado y desnudándome, mientras renunciaba a la idea de alguna vez ser un buen alumno

martes, marzo 09, 2010

Pollito con papas

Encontré a M en el lugar más raro en que pensé podría encontrarla: una pollería. Aunque ahora que lo pienso con detenimiento eso no me debió extrañar, siendo que años atrás éramos adictos al pollo a la brasa, éramos misios también, y los pocos soles que rara vez juntábamos lo usábamos para deleitarnos con aquel sabroso manjar. En esas épocas yo estaba en la Universidad y M había empezado a trabajar para ayudar en su casa, así que su magro sueldo como degustadora en un supermercado solo alcazaba para pagar la luz, el agua, parte del teléfono y el resto, que eran como 100 soles al mes, quedaba para ella (y eso sin contar que con esos 100 también tenia que transportarse en micro) con lo que nuestro presupuesto para pollos quedaba reducido a nada. Aun así éramos gourmets en el arte de elegir la pollería perfecta según como caía la grasa de las barras en donde se ensartaban a las aves. Recorríamos kilómetros de distancias peatonales en busca de una pollería más barata que la otra, de modo de ahorrar algo, pero no tan barata como para sentir el sabor del pollo congelado hacia 4 días. Un día, a nuestra aventura gastronómica se sumo la sexual. Hacía meses que ella y yo teníamos tiempo haciéndolo. Frenéticamente habíamos descubierto el sexo entre apurados arrumacos en la escalera a su azotea o en desesperados encuentros en su sala, en donde tirar rápido era la consigna (luego se preguntan porque hay tanto eyaculador precoz). Sin embargo un buen día, mientras esperábamos al mozo de la pollería, antes que nos traigan el plato, ella se fue al baño. Como nunca decidí lavarme las manos (y eso que yo no soy de esos delicados que hacen la finta en los cines lavándose las manos después de orinar, como si siempre lo hicieran) y al salir note que la puerta del balo de mujeres estaba entreabierta. En la rendija que dejaba ver su mirada coqueta comprendí la travesura que íbamos a cometer. Ni siquiera lo pensé y me metí con ella al baño. De mas decir que esta vez no me demore los míseros dos minutos que tenía que demorarme en llegar cuando lo hacíamos en la sala o en el parque o en el jardín de su casa (jardín es una expresión muy conmovedora ahora que recuerdo ese pedazo de tierra muerta) Cuando terminamos decidimos salir caletamente, yo primero, ella después y sentarnos a disfrutar nuestro glorioso pollo. Jamás probé algo más exquisito que lo que probé ese día, las suaves carnes del ave acompañaban mi relajo muscular y el sabor entre agrio y salado de la ensalada evitaba que me duerma en la mesa. No sé si alguien se dio cuenta y en todo caso ningún mozo dijo nada. Así empezó otro periplo para M y para mi, la búsqueda de pollerías con baños caletas en donde pudiera yo escabullirme. Ahora lo recuerdo con cariño, pero era innegable que muchos de esos baños eran un asco y simplemente al estar ahí estábamos expuestos a trescientos millones de bacterias asesinas, podríamos ser portadores de nuevas y desconocidas enfermedades por el solo hecho de tirar allí. Pero no nos importaba y seguíamos buscando la combinación perfecta entre pecho-pierna jugosa del ave y como sacarle el jugo a su pecho y pierna en los baños. La travesura duro bastante, hasta el fatídico día en que M entro a la universidad. Su familia se había recuperado un poco económicamente y ella decidió estudiar su ya tan relegada carrera de Administración de Empresas. Las juntas en diferentes universidades nos separaron, éramos jóvenes, queríamos vivir la vida y eso era predecible. A la siguiente chica con la que estuve le propuse repetir la hazaña y me miro como si fuera un degenerado total, miserable y enfermo sexual. De todos modos ya contaba con un poco más de dinero así que empecé a ír a hostales en donde ya podía demorarme lo que me diera la gana. Así ha pasado el tiempo hasta el día de hoy, en que perdido en Breña encontré una pollería fluorescente y al parecer sabrosa. Mas por nostalgia que hambre entre a comer y fue allí que volví a encontrar a M, mas mujer y seguramente más profesional. Estaba con un par de tipos al lado, todos con trajes de oficina. Antes de ordenar me acerque, la salude con afecto, conversé con ella un poco y luego, por inercia me fui al baño. Me estaba lavando las manos cuando sentí unos toquecitos en la puerta. Creo que he encontrado un nuevo restaurant favorito