jueves, marzo 11, 2010

La buena educacion

Ningún fin de semana cuadraba, yo quería estudiar, pero todos los fines de semana alguien me invitaba a hacer algo. Ese era el problema, tenía demasiados amigos y N siempre tenía muchas fiestas. Juro que quite muchas cosas de mi agenda y cada semana me repetía, como letanía de vieja en iglesia, “Este fin de semana estudiare de viernes a domingo”. Pero cada semana ocurría lo inevitable, siempre se acercaba N y me empezaba acosar con sus preguntas de mis actividades en fin de semana. Bastaba con que yo dudara un poquito para que ella empezara a fregar y fregar para que vaya a la fiesta de fulano, a la reunión de mengano o al cumpleaños en la discoteca tal. Demás está decir que yo era débil y siempre accedía y, para que les voy a mentir, la pasaba muy bien bailando toda la noche y embriagándome en mi sana juventud. El problema era que luego de las juergas venían mis traumas durante la semana: que no termine el trabajo de Física, que no sabía qué hacer parta el escalonado de Geometría Descriptiva, que el trabajo grupal de Estática estaba incompleto (también que quieren, yo vivía en Magdalena, N vivía en Surco, casi por la Richi, y el otro pata del grupo vivía en Carabayllo, la única alternativa de punto de encuentro me hubiera parecido la Plaza de Armas). A pesar de todo eso a N parecía irle bien y parecía siempre tan relajada que cualquiera hubiera creído que era la chica mas estudiosa y correcta y no la pequeña lacra que todos sabíamos que era. Chiquita como ella sola, sabia casi la misma cantidad de lisuras, sino era más, que yo sabia y las usaba con la misma maestría que cualquier pandillero-barrista-mataperros de por ahí. Siempre me pregunte como es que siendo así, como era posible que no jalara nunca y que, a pesar de nunca estar en su casa en fines de semana, presentara todos los trabajos a tiempo. Eso me intriga hasta el día de hoy, pero por cierto, jamás le pregunté, supongo que no era importante.
Lo que si era importante y trágico eran mis notas, pasaba todo sacrificándome duramente mientras ese pedacito de persona parecía que se le hacía todo fácil. Por eso había decidido, aunque sea un fin de semana, dedicarme a estudiar, hacer mis trabajos, y por fin, encerrado en mi casa, equilibrar mis tiempos y dormir bien, cosa que no hacia hace meses. Solo necesitaba eso, un fin de semana. Claro que N jamás me lo concedió, porque ni bien eran las 6 PM del viernes ella me buscaba, a la mancha y a mí, y nos hacía la misma cachosa pregunta con la que nos desafiaba semanalmente: y ¿este fin donde la hacemos? ¿No van a arrugar no? 5 chicos acosados por esa pregunta son presa fácil del orgullo. Así caíamos todos facilito y nos quedábamos viernes, luego sábado y a veces hasta domingo celebrando no se bien que. Y por eso no terminaba mis trabajos, no dormía, y cada semana, nuevamente, se hacía interminable.
Pero ese fin de semana lo planee bien, apague mi celular y antes de las 6 me escabullí de clases, para ir derechito a mi casa y por fin, poner equilibrio a mi vida académica. Mis papas habían salido a un matrimonio afuera de Lima, y estarían de regreso el domingo en la mañana, con lo que podría amanecerme todo lo que quisiera en la casa. La noche del viernes, aunque suene raro, empezó perfectamente bien, termine el maldito trabajo de geometría descriptiva y empecé a redactar el informe grupal de estática. Las diez de la noche y todo bello, pensaba amanecerme ese día, trabajar el sábado y dormir todo el domingo. El equilibrio perfecto, el zen. Que rico carajo.
A la medianoche alguien toco mi puerta, me sobresalté y fui a ver quién era. Allí, parada estaba N, tocando cada vez mas fuerte el timbre mientras gritaba, “¡Abre cabro arrugador!” mientras le daba ligeras patadas a la puerta. Corrí a abrirle más por el miedo de que los vecinos luego les contaran a mis papas acerca de mis “malas juntas”. N entró y pude sentir, clarito, su olor a trago corto, ron con coca cola para ser exactos. Me empujó mientras me decía “ta que cabro que eres, como arrugas” a lo que respondí “oe chata ya no jodas y vete a tu casa , tengo que terminar toda la chamba de la semana”. Ella se carcajeo un rato mientras me decía “ta que nerd que eres” un poco bamboleándose. Le iba a decir que se vaya cuando de pronto, corrió hacia el segundo piso gritando “ahora por cabro voy a echar todo el trago en tu cama para que tus viejos te metan golpe por borracho” Asustado por la idea corrí hacia el segundo piso forcejee un poco la puerta para entrar (la había querido trancar la enana cabrona) y grande fue mi sorpresa al encontrar a N, desnuda de la cintura para arriba, tratando de quitarse la falda mientras que con una sonrisa sensual y borracha me decía “¿no vas a arrugar, no?
Así que me acerque a la cama, excitado y desnudándome, mientras renunciaba a la idea de alguna vez ser un buen alumno

7 comentarios:

Clonpi dijo...

pucha tio, con una enana asi de loca no la hacia ni a palos, no tenias miedo de que te corte la mecha o algo de eso?

ArT dijo...

Juajaujauajuajuajua coño!

se me ha parao.

Elmo Nofeo dijo...

¿No arrugaste no?


Supongo que N en estos momentos debe ser una alta funcionaria o asesora y debe ganar bien.

Daniel- dijo...

Que braba la chata!! Que mas le estaria metiendo al ron con coca cola? jejej

Anónimo dijo...

Que linda chica... no hay nada de malo... no hay q arrugar, no???

Saludos.
Alina

DELTA dijo...

Esas cosas pasan, y cuano pasan son parte de la ilogica genialidad de las cosas, choprove xD

Anónimo dijo...

No me gusta la palabra "desnuda". Calata es mejor.

Pajarita