Al lado del camino

(Sale un anciano, con solo una vela en la mano que alumbra todo el pequeño recinto, que se encontraba en la más negra y densa oscuridad)

Cuenta la leyenda que existe un lugar mágico, encantado, en donde se vislumbran señales de transito (¿las has visto alguna vez?) que te dicen que hacer de la manera mas amigable posible, también existen señales encantadas en el suelo que te transmiten un mensaje personal y privado, pero a la vez general para todo aquel que las ve.
Existe además en ese mágico paraje al final del arco iris, limites máximos de velocidad y había además, ¡Oh sorpresa mayúscula!, un manual de conducción. Hay normas (¡normas! ¡Puedes creerlo?) y todo aquel que maneja en esas calles de las losetas amarillas se sabe el manual de memoria (¡Anda! ¡No te creo!),
Los habitantes de este lugar perdido en la memoria del hombre pasan un examen psicotécnico riguroso (¿psico que?) para la obtención de aquel mágico pergamino que se llama (redoble de tambores): AUTORIZACION DE MANEJO DENTRO DE ZONA INDUSTRIAL – MINA.
Cada uno de estos escogidos por EL, se sabe además los limites máximos de velocidad en mina, en ciudad, en carretera, en zona escolar, en zona industrial y residencial (¿limites máximos? ¡Deliras!), así como la calidad y prioridad de señales de transito, si son reguladoras o informativas, así como de que forma y color eran, que orla debían tener(a ver, como es la señal de PARE… ¿te la sabes de memoria?, no… ¿viste? Yo si me la se, ¿si te la sabias?…a ver ¿cual es la señal de fin de doble vía?... yo también me la se).
Esta gente, ¡oh pueblo glorioso!, conocían a la perfección la cantidad de metros que debían estacionarse antes de un cruce de ferrocarril, así como las 5 cosas esenciales a chequear en un carro antes de manejarlo.
Esta gente, EL quiso que así fuera, se empezó a extinguir… ahora quedan muy pocos de ellos.
Unos fueron llevados como esclavos a otras minas, vendidos por los tratantes de ingenieros a diferentes lugares del Perú, en donde pasan hambre, penurias indecibles, así como los tormentos más crueles y despiadados de la naturaleza.
Algunos pocos emigraron a la ciudad mas cercana en donde con el perfil bajo y la mirada perdida, recuerdan aquellos días en donde manejar era para ellos mas que un ritual sangriento, una forma de convivir pacíficamente con el vecino. El chofer es tu amigo.

Solo uno escapo de la provincia, solo uno.
Luego de una larga travesía en donde hizo camino al nadar, llego a Lima. Acosado aun por sus recuerdos, por sus sueños en donde se levantaba a medianoche temblando y sudando frío con los recuerdos de aquellos inocentes, acosado por la memoria de sus amigos perdidos en acción, decidió que la tradición de aquellos escogidos no debía morir, que debería perpetuarse a través de los siglos y las generaciones por siempre jamás, hasta formar de nuevo aquella sociedad utópica, mágica,, en donde el hombre y la maquina son amigos y no armas mortales de destrucción. En donde prime el respeto hacia el resto de transeúntes y conductores.

He aquí su historia:

- ¡Pero porque le cedes el paso!
- Es una unidad de transporte de pasajeros…
- ¡Tienes que meterte, mete el carro!
- Pero lleva pasajeros y además…
-METE EL CARRO… aischhhh, mejor hubiéramos tomado taxi…
- …. (En el pensamiento miles de $%&@)

- ¡porque te quedas detrás del carro!
- Esta prohibido adelantar por la izquierda
- ¡Que! ¡Pero metete! ¡Agarra la derecha y pásalo!
- Pero esta prohibido según las normas de tránsito, además debería estar por lo menos a 10 metros
- ¿Tu tienes brevete?
- … (en el pensamiento soy Hannibal Lecter a punto de comerme a alguien)


- No puedes manejar mas rápido?
- La velocidad en ciudad es 60Km/h como máximo…
- (cara de sorpresa y un leve volteo de cara mirando hacia la calle)... manejas hasta las huevas (murmurado pero audible)
- (en el pensamiento un momento de oración: EL, perdona todos mis pecados, todas las malas palabras, todas mis malas acciones, perdóname ser malo, perdona hasta haber odiado al mundo, todo perdóname…pero solo por esta vez...que el asesinato no sea pecado...¿ya?)