Una casa con vista a...

He estado pensando. Hasta hace unos meses tenia mi casita con vista al mar, desayunaba y cenaba frente a el, a su imponente vista. Asimismo los sábados y domingos no desaprovechaba la oportunidad de dar una pequeña caminata y contemplarlo absorto mientras la brisa y el sol me acompañaban de manera radiante
Las peleas, la separación el divorcio, todo eso, me alejaron del mar, no es pues mas mi casa aquella en la cual podía ver el mar a cada momento y ver como se reflejaba el sol en aquel espejo enorme en movimiento. No es mas mi casa aquella en donde compartí algunas parrilladas con los amigos mientras nos tomábamos unas cervezas y quedábamos todos absortos mirando aquella esplendida vista, propicia para traer a la mente los recuerdos de nuestra reciente juventud y adolescencia.
No es más pues mi casa aquella que fue mi casa.
Con los acuerdos de divorcio, una vez más, tuve que mudarme, salir de aquel lugar al cual le había dedicado tiempo y esfuerzo y huir cual exiliado hacia las casa de mis padres, los cuales me acogieron con todo amor y cariño, bastante comprensión y por cierto bastante ingenio ya que de por si ellos no tenían mucho espacio en la casa.
Es así que a mis años (que no son tan pocos pero no son tantos) he regresado a mi antiguo cuarto, al que compartí con mi hermano todos los años que viví en esta casa y pues todos los años desde que el nacio,en total algo de 9 años.
Estamos algo tugurizados, por obvias razones. Mi hermano ha ganado su espacio en la casa, con sus colonias, ropa y “demases”, aun así ha tenido que ceder lugar para mis cosas, mis “demases” y mi Osito. Lo ha hecho con el mayor cariño del mundo y ahora hemos regresado a dormir como hace 9 años exactamente. En camarote
El cuarto es un real laberinto (pastrulo como el del fauno) y pues es casi casi imposible encontrar algo aquí, si no es que ya se perdió para siempre en la maraña desordenada de nuestras vidas.
Así que estuve pensando, que cambie un amplio departamento con vista al mar por uno con vista a un parque. Cambie mi amplio cuarto por uno a compartir con mi hermano. Cambie mi super TV por uno de 14” que ni siquiera tiene control remoto, cambien mi PC ultimo modelo (¿existirá el termino “ultimo modelo” en la tecnología?) por una Pentium II de 64 Kb de RAM, cambien mi espacio, por lo que ahora es un eterno, pero no forzado, compartir

Es decir, cambien mi casa, por la casa de mis papas

Cada día al despertarme, sin embargo, veo la mirada de gratitud de mi madre y de mi padre por saber que su hijo no sufre, la mirada de mi hermano de por fin tener a alguien con quien contar cuando tiene problemas con su enamorada y la mirada de gratitud del Osito de poder dormir en una casa donde el padre y la madre son completamente funcionales y maduros.
Y yo espero que ellos vean también la mirada de gratitud de saberme hijo, tal vez no merecedor de tanto amor, pero al fin y al cabo depositario del mismo
Así que creo que no cambie una casa por otra, sino que cambie una casa por un hogar
Y un hogar, a veces pues, no viene con vista al mar, pero si con vista al amor